Juan Calzadilla
Caracas, 1997
José Juan Tablada, 80 años después.
El pequeño milagro de lo cotidiano
en la obra de un innovador olvidado.
Nunca se ha destacado bastante el papel cumplido por el mexicano José Juan Tablada (l871-l945) como adelantado de la poesía de vanguardia en Latinoamérica. Surgido del Modernismo y seguidor de Rubén Darío en sus primeros tiempos, Tablada dejó— en varios géneros literarios una extensa obra que seguramente hoy, en su conjunto, no despierta tanto interés como el que para los estudiosos de la poesía experimental prometen (si se pudieran reeditar facsimilarmente) dos curiosos títulos publicados en Caracas: Un día… Poemas sintéticos (l919) y Li Po y otros poemas (l920).
La originalidad que atribuirá un lector perspicaz a estos poemarios remite, en el primero de ellos, a una propuesta en la que se conjugan texto e imágenes visuales para representar en la espacialidad de la página impresiones súbitas de un día cualquiera en la vida de un transeúnte. En Li Po y otros poemas Tablada adapta y transfiere a su peculiar lenguaje (caracterizado por la concisión y transparencia que hereda del verso de Rubén Darío) la forma caligráfica con que venía experimentando desde l908 el poeta Guillaume Apollinaire (l880-l918) y cuyos textos recogía éste en su libro Caligrammes, publicado en París poco antes de morir. Transferencia que a la lengua española probablemente se hace por primera vez en la obra del bardo mexicano. En ambos poemarios está presente esa intención lúdica que tambien seduí’a, en principio, a gran parte de las movimientos poéticos del viejo continente y, en especial, al Futurismo y al Ultraísmo, a tenor del optimismo que habían despertado, a comienzos de siglo, los grandes inventos. Pero ambos libros revelan, además, en forma temprana para nuestro idioma, las posibilidades expresivas de un metro inspirado en el haiku de la poesía Zen.
José Juan Tablada redacta el manuscrito de Un Día … Poemas sintéticos entre febrero y mayo de l918, mientras residía en Bogotá, en calidad de representante diplomático del gobierno Mexicano. Con el mismo rango se traslada— el año siguiente a Caracas, en donde, según había oído decir, se desarrollaba alrededor del Impresionismo un interesante movimiento artístico. Permaneció— hasta l921 en Caracas. Aquí se vincula— al Círculo de Bellas Artes, una agrupación de pintores y poetas que, aparte de haber desplegado poco antes una intensa actividad inspirada en la actitud tradicionalmente rebelde de los pintores franceses, compartían con el poeta mexicano la misma inquietud por renovar los lenguajes. Tablada no desmaya en su empeño de hacer sentir su presencia intelectual en el entonces agitado medio artístico de Caracas; dictaba conferencias, asistía a tertulias con los poetas jóvenes y se ocupaba de reservar el trabajo de los nuevos pintores, incluido entre éstos a Armando Reverón, a quien le dedicó uno de los primeros comentarios que sobre la obra de éste se publicaron.
El que hubiera hecho acompañar el texto de Un día… Poemas sintéticos de viñetas en blanco y negro dibujadas por él mismo para que los pintores las colorearan, demostraba que se proponía participar en la vida social, y en efecto, Tablada efectuó en Caracas los dibujos para la edición del libro que salió de la Imprenta Bolívar el 10. de setiembre de l919, en tiraje de 200 ejemplares. Seis días después el libro fue presentado en un agasajo que al poeta mexicano ofreció en la capital un grupo de intelectuales. Aunque, por otra parte, considerado en su aspecto innovador, la confección de este libro no se explica sin el apoyo que los pintores brindaron a Tablada para que se asumiera, él mismo, como el fino dibujante que era, y este estímulo debió animarlo a resolver el diseño de su obra tal como lo quería, es decir, como una síntesis de poesía y dibujo. Y si bien no resultó un libro atractivo para el dudoso gusto de la época, tan marcado por el Modernismo de última hora, también es verdad que la novedad de su experimento no pasó desapercibida a la mirada de los jóvenes poetas Enrique Planchart y Fernando Paz Castillo, atentos oyentes de Tablada.
Lo cierto es que en Un día… Poemas sintéticos no pasa lo que es común en otros libros, en donde la ilustración y el texto se yuxtaponen para dar cuenta del asunto cada uno por su lado, como cuando el dibujo está al servicio del poema. La mezcla de ambos ingredientes por partes iguales en el libro de Tablada concluye en una síntesis feliz, con el menor numero de elementos y la mayor dignidad artesanal que podía ofrecer una modesta imprenta caraqueña. Tablada no concibe la función del poema fuera de la relación con la espacialidad a la que el texto se integra para constituir un todo que se hace depender conceptualmente de la idea de secuencia y continuidad del contenido del libro: Es decir, a través de una experiencia cotidiana contada a manera de cuadros en imágenes sucesivas en el tiempo: la mañana, la tarde, el crepúsculo y la noche, tal como si se siguieran los pasos a un Ulises urbano metido en un traje necesariamente estrecho pero bastante holgado para sus desplazamientos.
El temprano experimentalismo de Tablada puede explicarse por una combinación de influencias de la moderna poesía francesa y el sintetismo visual de la poesía de oriente que el poeta descubrió en l908 durante un viaje al Japón. Aparte de los caligramas de Apollinaire, habrá que mencionar, como precedente en Tablada, las teorías de los poetas cubistas en torno al valor del espacio en la composición del texto; y, de otro lado, con mayor interés todavía, el imaginismo de la poesía china del periodo T’ang; pero, sobre todo, el Haikú japonés de cuya adaptación, vertiéndolo del inglés al español, Tablada se sentía tan orgulloso. Durante su permanencia en Japón, el poeta fue cautivado por la eficacísima objetividad de una estrofa poética despojada y reducida a mostrar el universo de lo visible en sólo diez y siete sílabas: El Haikú contiene al mundo sólo si se acepta a éste como lo que queda fuera del poema, pero también como lo que es sugerido por éste. El sentido del poema sintético de Tablada, como en el Haikú, está menos en lo que se dice que en lo que el lector, invocando el elemento mágico del lenguaje, descubre por s’ mismo. Y es que también el lector, en última instancia, era el llamado a colorear la obra, y no los pintores como en principio había pensado Tablada. No tardó— en comprender que la intervención—n de los lectores enriquecer’a su propuesta si pudiera hacer que éstos respondieran afirmativamente a la pregunta que, al ofrecerles el libro, les hacía:
Nos atrevéis a colorarlo?
Más allá del juego, el poeta nos invita a descubrir todo lo que, pasando desapercibido a la mirada corriente, se constituye involuntariamente en objeto de júbilo y asombro para el paseante que atraviesa un d’a luminoso de su vida. Asistimos al peque–o milagro de lo cotidiano. Pero fundamentalmente, como en el Haikú, el poema breve de Tablada es el vehículo para expresar sentimientos de la naturaleza e, incluso, la preponderancia de éstos en la relación del poeta con la ciudad, tal como se desprende del libro.
En la siesta cálida
ya ni sus abanicos
mueve la palma.
Un Día… es un poemario legítimamente constituido dentro del concepto de lo urbano que desde Baudelaire guía a la poesía de la modernidad. Resuelve la antinomia ciudad-naturaleza mediante la exaltación—n del detalle y por el ethos que asigna al compromiso del poeta con una nueva manera de ver lo real. Fue, si no el primero, uno de los primeros libros editados en Latinoamérica donde se hace patente un resultado que trasciende el vanguardismo a ultranza para inscribirse en la zona de la más prometedora precursión de la poesía experimental que floreció— mucho después en nuestro continente.
Nota del autor
Para mayor información: dirigirse a la Biblioteca Nacional,
Caracas, Venezuela.
En esta institución se encuentra uno de los pocos ejemplares
de Un día… Poemas sintéticos
de la cual se dice que sólo circularon en Caracas cien ejemplares.
Ilustrados a mano, en colores por el propio Tablada entre
sus amigos los pintores e integrantes del Círculo de Bellas Artes.
De la parte de la edición ilustrada por Tejada no tengo
noticia de ejemplares que se hayan conservado, salvo tal vez
en el fondo de Libros especiales de la Biblioteca Nacional
mencionada arriba.