Palabras de Juan Calzadilla en el IVIC
Una de las impresiones que me causa volver a este sitio es encontrar en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), como en otras ocasiones, una especie de libro abierto.
O tal vez un animado paraje para quien andando por un bosque tropieza repentinamente, en medio del camino, con un museo ambiental. En seguida le dan ganas de quedarse a ver.
Ese encuentro mágico se hace patente aquí donde estoy en este auditorio al cual se me ha convocado para entregarme el título de Doctor Honoris Causa, que expide cada dos años el Instituto Venezolano de Investigaciones científicas a personas que sin proceder de un recinto académico o que sin haber concluido una carrera científica no obstante han dejado a su paso por la vida huella profunda en la cultura nacional.
En mi caso, este doctorado, aparte de que lo interpreto como un reconocimiento o, mejor, como una lectura inversa de mi obra en sus varios géneros, les confesaré que me alegra y me aterra a la vez. Me aterra, no porque al recaer en mi persona no me sienta yo merecedor del título, sino porque, otorgándomelo, el jurado dejó fuera un gran número de intelectuales y artistas que con iguales o más méritos que yo estaban capacitados para recibirlo.
No negaré que me satisface enormemente verme reflejado por la mirada de los que leen con los ojos del tiempo. Y hacerse así un juicio más objetivo que el yo me hago de mí.
Mil gracias a todos los que han dado vida a este proyecto.
Mil gracias a ustedes, los que han venido a acompañarme en este insólito momento.
Mil gracias a los postulantes de mi persona y a la Directiva del IVIC que honraron con mi nombre la designación del nuevo portador del título.
El IVIC ha continuado con ello una pauta que coloca en un mismo plano de importancia simbólica la investigación de las funciones que están llamadas a cumplir, integradas o cada una por su lado, las artes la ciencia y la literatura, en cuanto son objetos de primerísimo interés para el progreso del país.
Gesto sabio con el cual se reivindica y continúa la labor de científicos anteriores que en rol de directores del instituto, como fue el caso del Dr. Marcel Roche, hicieron mucho por integrar el modelo de cultura de la tradición con aquella otra a la que apuntaban las corrientes de vanguardia. Marcel Roche quien era también músico de concierto, historiador y sabio, enalteció la propuesta con que, en más de una ocasión, se ha ensayado en el IVIC compaginar el algoritmo de las ciencias con el azar, los automatismos, los materiales, el rigor, el gestualismo y el espontaneismo de la pintura.
Afortunadamente, los diseñadoras del hermoso complejo urbanístico en el cual se levanta el IVIC supieron hacer de éste lugar un modelo de alianza de las artes y la ciencia parecido a un museo, que en nada interrumpe aquí el disfrute democrático de los espacios que ocupan por un lado las obras de arte y el instrumental científico y por el otro el grandioso paraje de montaña, lleno de pájaros y matas de café que lo rodea y enmarca.
Al Dr. Eloy Sira Galíndez, poeta trujillano y actual director del IVIC le ha tocado continuar exitosamente las predicciones de Marcel Roche respecto a la idea de retrotraer, llevar y ampliar la experiencia artística al riguroso marco en donde funciona la investigación científica, confundida con ésta. Y ha iniciado aquí, apoyado por la Junta directiva, una renovación de la gran biblioteca que lleva el nombre de Roche, con la creación de una sub-biblioteca especializada en literatura y un taller tipográfico para la edición de digitales, puesto en manos del laborioso poeta y editor Antonio Trujillo.
LO IMAGINARIO
Lo imaginario es lo que, por su propio peso
tiende a convertirse en realidad. A la inversa,
lo real es lo que, por falta de peso, tiende a hacerse
imaginario. Es decir, a perder realidad.
Elija Usted. Pues si la cosa fuera realizable
no sería imaginable. O también: dicho de otro modo:
lo realizable es un accidente de lo imaginable.
Es así como razona el poeta.
NADIE ES POETA ANTES DE MORIR
Es el sufrimiento del poeta lo que la sociedad estima más indigno de ser compartido con él.
En cambio, le perdona, y hasta le exige, que deje testimonio de su drama en la poesía. Y esto sí no le causa indignación. Por el contrario, el burgués lo celebra.
Lo considera poesía y motivo para hacer
del poeta un héroe.
INCERTIDUMBRE
Yo no sé a dónde voy, tampoco sé de dónde vengo (Blaise Pascal) Algunas veces me quedo parado esperando algo, pero no sé qué. Talvez una orden o una golpiza. Algo para lo cual la mejor manera de saberlo es quedarse parado en seco. Aunque no llegue a saberlo sino más tarde cuando esté tirado en la cuneta o me ponga de pie. Pero para qué, Si tampoco sé a dónde voy. Ni de dónde vengo.
VAIVÉN
Si he sido memorioso alguna vez, ya no lo recuerdo. Si alguna vez he hablado claro, no hará falta perdonar al silencio por haber exonerado a la palabra de la calamidad de explicarme Y si me he explicado ¿cómo es que luego olvidé el revés de las palabras? Si he sido parco, ¿cómo es que no paro de hablar? Si en la máscara me refugio, ¿cómo es que no me escuda de tanta realidad alzada en armas? Y en cuanto a la elocuencia, aaah la elocuencia pobre sierva necesitada de sillas de ruedas
EL ABSURDO ES FANTÁSTICO
—Todo aquello sobre lo cual se reflexiona mucho se torna problemático. Todo lo que comienza a hacerse problemático termina como tema de reflexión. Lo problemático hace que el pensar piense.
— ¿Entonces, usted quiere decir que el absurdo es problemático? _Claro que no. Sencillamente es absurdo. El absurdo no necesita exagerar, con él mismo se basta.
DICTADO POR EL ABSURDO
Las cosas que más debe ver el poeta son las absurdas. Las cosas corrientes sólo tienen interés práctico. No enseñan a su experiencia, por el contrario, la constriñen. El absurdo otorga la libertad que le falta a lo real. Pero el absurdo como tal sólo puede ser descubierto por el poeta. Y es este descubrimiento lo que lo hace poeta
FINAL
El fin también pasará. Y vendrá después de éste, el nuestro, otro fin, que también pasará. Y así hasta que al final, el infinito cansado de esperar, diga, si prefiere dejar las cosas como están o sí, a su vez, buscará como nosotros que otro fin, un poco más allá, ponga el punto final.
Miranda, 21/08/2021