Juan Calzadilla: invitación a un paisaje sin lugar, por Robinson Quintero Ossa

Disponible en la Revista Otro Páramo, 2021 https://www.otroparamo.com/web/articulo.php?ed=61&ar=18

EDICIÓN 61

Juan Calzadilla: invitación a un paisaje sin lugar

El descubrimiento de un buen poeta en la vida de un hombre, sea este un iniciado en la poesía o apenas un eventual explorador de ella, es como el descubrimiento de un nuevo amigo que, con el ... 

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El poema como personaje de ficción, por Néstor Mendoza

EL ARS POÉTICA FICCIONALIZADO EN DOS POEMAS DE JUAN CALZADILLA: EL POEMA COMO PERSONAJE DE FICCIÓN

Néstor Mendoza

El ars poética representa más que un tipo de expresión una necesidad y una búsqueda. El poeta emplea el poema como medio para comunicar una postura sensible ante el acto creador. Representa una vía expresiva que trae dentro de sí misma una estética y una ética de la poesía. Con esto, el poeta no busca definir la poesía solamente, es muy difícil realizar algo semejante, pregúntenselo a Pound o a Cadenas. Lo que trata es de definirse y conocerse en la labor de humanidad que significa ser poeta. Con el ars poética  podemos deducir dos cosas: Que el poeta desea compartir su conocimiento  emotivo sobre pensar y sentir el poema, o que está en una búsqueda constante, recurrente y enfermiza de un lenguaje y un estilo donde echar raíces metafóricas. Calzadilla presenta ambas cosas.

El arte poética está latente en los libros de Juan Calzadilla. De este latir nació en el 2006 “El libro de la poéticas”. Este poemario está estructurado en dos partes: la primera de ellas denominada Objetos verbales, donde reúne un conjunto de poemas en prosa y define de manera descriptiva, narrativa y conceptual, hasta llegar a la ironía, a la poesía, el proceso de escritura y el oficio del poeta. La segunda parte del libro, El poema como poética, ofrece poemas de un valor lírico que se enfocan en la imagen y la metáfora, igualmente destinados a definir el acto creador. Ambas partes unificadas permiten apreciar la nitidez formal y la hibridez discursiva que distingue a los últimos poemarios de Juan Calzadilla.

II
El poema como personaje de ficción

Calzadilla conceptualiza y describe la poesía en el poema “Ruido de las esferas” de manera ficcional: “La música del poema no hace ningún ruido, ni siquiera para darse a conocer. El poema está demasiado ocupado en zafarse de las palabras, y son éstas, en su afán de retenerlo las que meten todo ese ruido que confundimos con la música del poema. El poema en este texto es un personaje de ficción que se moviliza  e  interactúa. Al respecto, Víctor Bravo(1993) establece que “la poesía enuncia la simultaneidad (cronológica y espacial) de lo posible con lo imposible, de lo real y de lo ficticio. Siempre dos ámbitos se ponen en relación; siempre un afuera inunda la tranquilidad de un horizonte previsible para perturbarlo y hacer brotar el hecho estético”. Este hecho estético, y la relación realidad-ficción, se manifiesta en la manera tradicional de concebir el arte poética y la forma como Juan Calzadilla le otorga al poema rasgos característicos que  convierten al texto, a las palabras, en personaje de ficción, como en el poema La duda: “En muchos episodios de mi vida la duda se me apareció y pude verla enteramente, de arriba abajo. No tenía ojos, no tenía cuerpo, no tenía manos ni párpados, no tenía alma. Apenas, en algún lugar invisible de ella misma, pude encontrar, brillando cual óvulo de la nada, su mente en blanco. ¡Dios, cuán grande era!”.

La descripción física de la situación y de la duda podríamos relacionarla con la página en blanco al momento de la escritura de un poema, o a la angustia del poeta frente a ella. Calzadilla convierte la indeterminación y la vacilación que distingue a la duda en ficción, lo transmuta en un ente corpóreo y etéreo al mismo tiempo.
El libro de las poéticas, del gran poeta  venezolano Juan Calzadilla, encierra diversidad y mundos alternos regidos por la alteridad y la ficción. Al abrir este libro encontramos en sus  páginas personajes y situaciones dinámicas, atmósferas creadas desde la mirada metafórica de la multiplicidad.

Juan Calzadilla: La reflexión del significado

Hay que tallar el sentido, no la forma. Hacer gema de la transparencia del verbo.

Juan Calzadilla

El sentido debe ser lo suficientemente sólido para resistir la traducción a otras lenguas. Casi siempre, cuando leo un poema u otro texto traducido es como si estuviera viendo una película extranjera. Percibo un castellano neutro, insípido, sin sabor alguno. No posee la particularidad y el gusto que nos ofrece la lengua madre. No me refiero a los modismos del  idioma, sino a la intimidad, como si una muchacha que nos gusta se nos acercara y nos susurrara al oído, como si percibiéramos su aliento fresco y su alma. Si un poema no posee alma, que se traduce en el sentido, en el significado, nada nos dice, está muerto. Por algo los grandes poetas de lengua alemana e inglesa, como Rainer María Rilke y  Walt Whitman, respectivamente, lograron penetrar en la esencia de otras lenguas, se quedaron y anidaron en ellas, porque no sólo se enfocaban en la forma, sino que tallaron el sentido, como bien lo expresa el epígrafe de Calzadilla que arropa este capítulo.
Pocos poetas logran hacerse de un estilo tan propio como para designarle un adjetivo que los haga inmortales, y que al mismo tiempo, podamos decir: la poesía lorquiana o becqueriana, por ejemplo.  Si tratáramos de adjudicarle uno a Juan Calzadilla sería algo así: la obra calzadillesca, calzadillana, o calzadillista, o algo semejante. En sus versos y en su prosa, existe un lenguaje que lo identifica como uno de los poetas más lucidos, y lo coloca  entre los autores venezolanos contemporáneos más consecuentes en su oficio. Del mismo modo, conjuga las letras con la pintura, escribe y pinta poesía. Es artista plástico y crítico de arte. Perteneció a El techo de la ballena, agrupación artística influenciada por la vorágine del surrealismo y las vanguardias europeas.

La obra de Calzadilla es muy vasta, entre sus Primeros poemas (1954), hasta El libro de las poéticas (2006), el  más reciente, hay más de veinticinco poemarios. Es ya casi un lugar común, en los cenáculos, y en la crítica literaria venezolana, hablar y escribir sobre la ciudad simbólica y la alienación. Si bien es cierto que son elementos reiterativos, hay otros componentes  que enriquecen su obra, tales como la reflexión, la prosa, la ironía, el sentido, la otredad, la escatología o la fluidez del discurso. Aquí, únicamente tomaré dos aspectos: la reflexión y el sentido en una especie de simbiosis: la reflexión del significado.

En los poemas de Juan Calzadilla (Altagracia de Orituco,1930), el sentido tiene un lugar privilegiado. El significado y la paradoja  de la palabra están en equilibrio  con la forma. Se construye el hilo del discurso poético a través de un camino de voces que a mitad del trayecto del acto creador, mediante la meditación, o el desarrollo del cuerpo del poema, se paraliza y constantemente se interroga para manifestar su pensamiento. El discurso, y en general, la fluidez de la prosa para labrar el sentido, determina y le da corporeidad al poema. No sólo expresa un significado, lo explica, lo medita. Calzadilla, en su Libro de las poéticas (2006), en el texto En donde postulo la reflexión, dice lo siguiente:

“La reflexión aparece en el poema cuando nos hacemos la pregunta por la forma, y se encuentra inmersa en la operación a través de la cual el poema es pensado como tal durante el trance de escribirlo. La reflexión introduce en la estructura del poema una perturbación de sentido…”(Pág. 31)

Esta perturbación del sentido, infecta al discurso y a la estructura del poema. Consiste en una continua  interrogante que busca descifrar el significado que se encuentra dentro y fuera de las palabras y el misterio que  éstas encierran. Esta reflexión se encarga de trastornar el significado, para edificar un estilo donde predomine la prosa, la reflexión del significado, para que unidas constituyan parte de los pilares del lenguaje y del discurso poético.
Cuando Calzadilla reflexiona el poema, busca renovar el significado y la forma. Al pensarlo se recorren otras posibilidades estilísticas y semánticas, se extraen significados y se pulen al mismo tiempo. El significado, más allá de que se esconda tras un símbolo, tras una alegoría o se arrope con metáforas, es relativo, dinámico y fragmentario. Quiero decir que no es un ente absoluto ni cerrado. El sentido se mueve con total libertad, y muchas veces rebasa los límites de su estructura interna y de su forma. El poema lo nutre la experiencia de quien lo escribe. Sin embargo, también es cierto que el significado que le damos a través de la experiencia y las vivencias no  es privativo del poeta ni del poema. El sentido del texto es una cosa, el del lector, otra. La reflexión interna del poema y del lector hace maleable al sentido. De manera metafórica, el significado sería como un trozo de arcilla y la reflexión las manos del artista. En Seríamos inmortales, del libro Principios de Urbanidad (1997), se evidencia lo que he estado planteando, leamos estos versos:

“Tienes que admitir que no vas hacia la vida, sino que vienes de ella, de manera inversa a como el río desciende de sus cabeceras. Pues tu vida se acorta en proporción a su alejamiento de sus orígenes, en tanto que el río aumenta su caudal a medida que desciende y pasa y pasa y es más río mientras se aleja de sus fuentes.
(…)
Si como el río fuéramos al mar, seríamos invencibles .”
(Pág. 38)

Simbólicamente, la inmortalidad tiene muchas posibilidades semánticas: algo perdurable, imperecedero, divino. Lo inmortal, sinónimo de eternidad, se unifica con la naturaleza, representada en un río. Lo que entendemos como inmortalidad, su simbología, se desnuda y se viste, aunque suene paradójico. Se desnuda porque reflexiona el hecho natural, el cauce de un río, es decir,  medita la situación misma, el río simbólico, su sentido de inmortalidad . Se viste, porque tras el río, elemento concreto, encierra uno abstracto, la eternidad. En el poema,  Y sin embargo no rueda, del mismo libro, se expresa más o menos la misma idea que en el  texto anterior, pero con tema de la soledad:

(…)
“La soledad es un medio por el cual estar solo se vuelve tolerable”.
(Pág. 36)
La soledad transfigurada en imagen, en metáfora, siempre ha acompañado a la poesía. Con un tono aforístico, Calzadilla desnuda la palabra, reflexiona su sentido.“El sentido del poema -para el poeta colombiano Rómulo Bustos Aguirre- es acechar el sentido”. El motivo del poema, en la obra de Juan, no sólo acecha al sentido, lo hace también con la forma. El lenguaje se hace cuerpo tangible al igual que el significado. Ambos se expresan nítidamente. De esta manera, sus poemas adquieren tonos claros internos y externos. Las tonalidades oscuras, paradójicas o aforísticas,  se evidencian por las constantes cavilaciones que su prosa manifiesta.

En otra parte, dice el mismo poeta colombiano que “la dignidad misma del poema radica en esa obsesión desnuda por el sentido. La obsesión, representada como un ars poética, es un impulso por escarbar primero  y edificar luego un estilo, un templo, o como diría Miguel Márquez, “un espacio como custodia del sentido”. Si un poema no está impregnado de poesía, que en Juan Calzadilla es, en gran parte, el sentido,  seguramente quedará indefenso y vacío cuando le quiten la ropa del español y se pongan una extranjera.

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DEL ARTICULISTA

Néstor Mendoza (Mariara, Venezuela, 1985). 
Licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura 
(Universidad de Carabobo).
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Juan Calzadilla: Forma y significado, por Néstor Mendoza

Para el autor de este penetrante estudio «La perturbación del sentido infecta al discurso y a la estructura del poema. Y consiste en una continua  interrogante que busca descifrar el significado que se encuentra dentro y fuera de las palabras y el misterio que  éstas encierran. Esta reflexión se encarga de trastornar el significado, para edificar un estilo donde predomine la prosa: la reflexión del significado».

JUAN CALZADILLA: FORMA Y SIGNIFICADO

Néstor Mendoza

Vuelvo a la lectura de la poesía de Juan Calzadilla después de resistir segundas y terceras lecturas, después de años de reposo y olvido, entonces ha alcanzado la virtud de la permanencia. El alejamiento voluntario aclara un poco los argumentos, define mejor los contornos. Lo he podido corroborar en su poema “Los cazadores orantes”; el largo aliento de la versificación, la descripción sopesada y delicada que ahora renueva los gustos y la cercanía: “El misterio ampara/ y convierte en prodigio el celaje/de la imagen que al deslizarse/deja sólo de sí la resonancia móvil/de una fronda de cambiantes colores”.

Realizo una sesión de calentamiento, estiro los músculos y me preparo
para este nuevo contacto. Ya no se trata de los tópicos habituales, del yo que se
fragmenta o del transeúnte contradictorio de la ciudad. Lo que me atrae no es
el discurso meta-textual, que seduce al primer acercamiento. Ahora busco los
pliegues y las estrías, el leve silbido que se esconde en el interior del caracol.
Calzadilla es más estimulante en la medida en que elude por un momento los
reflejos de la alteridad: cuando se olvida del cuarto de los espejos.

Desde hace dos décadas aproximadamente, casi todas sus publicaciones
han aparecido bajo formas antológicas. Los textos van configurando un nuevo
volumen: ocupan un nuevo lugar y una nueva distribución. Diríase que se trata
de un juego en el cual las cartas (piezas, poemas) permutan sus posiciones
originales, logrando así nuevas lecturas y visiones. Lo ha expresado en su propia obra: “Mi movilidad es lo que hace que viva”. Calzadilla es un corrector de estilo, incisivo y exigente.

Una cosa podemos resaltar: en este libro reciente, nuestro poeta ha
delimitado sus textos discursiva y temáticamente. Poesía por mandato reúne
poemas líricos que dialogan con la escritura meta-ficcional; es decir, poemas de motivos diversos, prosa poética, glosas, microficciones y aforismos. Un libro con estas cualidades cambia la perspectiva crítica. Empiezas a dudar de las fronteras genéricas, de la distribución de los textos, de la prosa y del verso.
Esta compilación, como oportunamente ha subtitulado Calzadilla, es una
antología “personal” y no una antología “poética”. Quizá intenta aclararnos
que, además de poemas (según la manera tradicional de concebirlo), también
coexisten otras variedades expresivas, todas las facetas en las que ha incursionado. Su escritura, variada y elástica, no transita un solo terreno; por
el contrario, se bifurca, ramifica y extiende. Poesía por mandato es una meta-
antología. Suma antológica, una antología mayor.
Trato de inventariar los títulos que ha dado a conocer hasta los momentos.
Son muchos, sin duda. Es un poeta prolífico: el número de antologías es
igualmente numeroso. Ya en perspectiva, es posible creer que ese afán de
publicación y corrección persigue un motivo concreto: la pieza definitiva, tallada y vuelta a tallar. Para Calzadilla, el poema es perfectible y falible. Casi puedo recrear un escenario hipotético: un viejo artesano que no se conforma con el acabado final de la pieza, que vuelve a ella, con rigor y vigilancia, y la muestra a todos generosamente.

Esta Poesía por mandato no es dictada por la jauría sino por la serenidad
y la reflexión. Es proclive a la teorización libre del poema, al precepto irónico.
Calzadilla argumenta y orienta: narra, expone, argumenta, describe, dialoga, da órdenes.
La obra de Calzadilla está matizada por cierto grado de culturalismo: citas,
epígrafes, menciones y reinvenciones de algunos pasajes del arte y de la historia literaria (Bretón, Balzac, Rodin, Picasso, Pessoa, Ítaca, Ramos Sucre, Reverón).
Cada una de esas presencias, en un coloquio sinfónico, define y articula su estilo (sus estilos).
En Poesía por mandato se cumple lo que Gustavo Guerrero ha llamado
escritura transversal, la cual “mezcla distintos géneros de discurso y juega a
menudo con las fronteras de la institución literaria”. La afianzada valoración como poeta urbano, de la ciudad, empieza a ser difusa. Las motivaciones de Calzadilla no son temáticas sino discursivas. El tópico está debajo de la gran piel del discurso.

*Texto leído durante la presentación del libro Poesía por mandato. Antología
personal, de Juan Calzadilla (Monte Ávila Editores Latinoamericana).

DEL ARTICULISTA

Néstor Mendoza (Mariara, Venezuela, 1985). 
Licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura 
(Universidad de Carabobo).
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