Prólogo de Disco linar, de Alejandro Cabrol, por Juan Calzadilla

Luna de lino,  lino de linar

 Juan Calzadilla

 

Lejos de nosotros el prejuicio de comenzar la lectura de un libro haciendo conjeturas sobre el género literario al cual pertenece. En el caso que nos ocupa, se trata de un poema en prosa o, quizá,  de un relato experimental, lo que la crítica conoce como una obra intertextual. Es decir, un tipo de escritura que funciona interactivamente, desde dentro, alimentándose de sus propios recursos lingüísticos.

Disco linar es un texto cautivador, cuya intrincada trama, dividida en doce capítulos que delimitan tres momentos diferentes, contraviene la unidad espacio/tiempo de la novela tradicional, obligando al lector a un ejercicio de imaginación. Ahora bien, ¿en qué medida lo escrito es lo mismo que experimenta subjetivamente el autor, de cara a una especie de saga motriz de los sentidos que se desarrolla hacia atrás, se retrotrae, se encoge y estira  siguiendo el movimiento contrario  a la gravedad e importancia de los hechos y confundiendo los tiempos?  Y como si el personaje de marras no terminara de poner el pie en el estribo y el viaje se paralizara, imperturbable, y el protagonista se dispusiera a pensar en cosas distintas a las dispuestas por quien escribe. Opuestos uno y otro a todo lo que en materia de linealidad y peripecias se atribuye a la lógica de  una novela tridimensional.

El argumento que sirve de eje es un viaje en tren para dirigirse, por primera vez a una gran ciudad, desde un pueblo de la provincia de Entre Ríos, sembrada de cultivos de lino, y en plena zafra de éste, un día de sol. En el anunciado viaje se describe cuando el personaje toma asiento en el vagón Pastora  Nº 129 y  se prepara para la ansiada travesía, deslumbrado más por lo que atisba en el acto de montarse en el tren que por los acontecimientos que le esperan durante el trayecto o al  final de éste.

Para disponer el texto plásticamente, como si se tratara de un poema huidobriano, muy libre, Alejandro Cabrol hace uso de una estructura gráfica muy particular, tan arbitraria como efectiva, para desarmar toda pista que pretenda confundirlo con un relato. Y es que desarma la historia en filas parecidas a los versículos del poema, cabalgando sus versos e introduciendo intervalos y espacios, para jugar con ellos como si fueran parte del texto, con significado propio.

Lo que se describe no es la travesía propiamente dicha, en un sentido cronológico y biográfico, como sucede en una novela, sino lo que, a la vista de sus impresiones y agitados recuerdos, hace del viajero un personaje introspectivo, en trance de viajar  hacia el yo mismo y, a través de éste, de mano de la poesía y el lenguaje.

El autor no brinda ninguna noticia biográfica, escribe en proceso, hacia adelante, sin mirar a los lados, subido a su mirada, a su olfato y al ritmo del poema, a ocasionales automatismos, apartado de  los incidentes y de todo lo que no arrope a sus sentidos y cope su deslumbramiento. Puesto que el viaje no pareciera tener más objeto que el viaje mismo, o como dice Baudalaire Los verdaderos viajeros son los que viajan por viajar.

 

Título: Disco linar

Autor: Alejandro Cabrol

Año: 2014

Editorial: Monte Ávila Editores

Caracas

Imagen de portada: Carolina Marcano

 

 

Alejandro Cabrol (Paraná, Argentina, 1976). Poeta, escritor, profesor de Lengua y Literatura. Ha publicado poesía y narrativa con «Jueves de Letras, grupo Equis y otros colectivos latinoamericanos. Invitado especial al 10º Festival Mundial de Poesía de Venezuela (caracas, 2013). Desarrolla investigaciones y curación de manuscritos originales y correspondencia histórica del poeta argentino Alfredo Veiravé.

 

 

 

 

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Publicado en Puntos de vista.

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