Antología memoriosa. Textos para un 16 de mayo

ANTOLOGÍA MEMORIOSA

Historia del poema memorioso

 

LA DUDA ES UN HOMENAJE RENDIDO AL ESPÍRITU

       La conciencia del yo no me exime de    

       experimentarlo. mientras más lo 

       experimento, más yo es.

 

La duda es desconfiable en sí misma, pues nadie podría afirmarse positivamente en la duda sin estar condenado a no sacar provecho

de ella. Ya que con la duda no se le

hace un favor a nadie, ni se resuelve ningún problema.

La duda se manifiesta en quien escribe en todo momento y sobre todo antes y después de tomar la pluma.

 El intermedio está lleno de falsa felicidad. Y consiste en lo que algunos llaman erróneamente júbilo. pero que no es sino candidez.

La duda es un mensaje en descargo del cual habría que declarar que no produce

al que la padece beneficio material alguno.

EL TROQUELADOR DE NUBES

El precipicio no me intimida, lo llevo cosido al alma como el sonido a su campana. No doy un paso en falso sin que de inmediato el abismo se abra en mi propio cuerpo, en mi mente en mis testículos en mis acciones y sin que deje de rodearme por todas partes y de ponerle sitio a mi alma. El precipicio dispone en mí de un ojo fino como el de la cerbatana que mira directamente

al objetivo sin apartarse un ápice del blanco.

NADIE ES POETA ANTES DE MORIR

Con las palabras

describo sólo la forma en que las describo. Así ocurre con los colores y líneas de la paleta. Usted con estos elementos no crea realidades, sólo evoca sus representaciones, es decir, meras reservas

de los sustitutos de lo real.

Con el poema pasa otro tanto. El poema está condenado a no decir sino lo que sabe de sí.

Su modo de ser consiste en ser

explícito de lo que trae entre manos, no de lo que el poeta asegura haber querido decir. Ni de lo que los críticos se desviven por encontrar en él.

Y es porque todo lo que el poeta dice es reversible y recurrente en un sentido circular. siempre sale de él y vuelve a él. Los sentimientos del poeta también son circulares. retornan siempre al punto de donde partieron

                           él, él.

LA TENTACIÓN DE SEGUIR Y SEGUIR BUSCANDO

Búsquese en el poema el sentido, no la forma.

El sentido como ebriedad de su impacto, como la percepción inmediata de su espíritu; no como envoltura simbólica de un aparato retórico sino como combinación de shock e intuición: Una concentración explosiva. La comprobación viene luego, tal como cuando constatamos que hemos sobrevivido sólo después de haber

oído la explosión.

SOPESANDO LA BÚSQUEDA DE ESTILO

    El modo propio del poema es 

      ser explícito de sí primero que 

      de la realidad.

En la naturaleza de todo lo que yo escribo no hay el

menor asomo de estilo. Nunca lo hubo, además.

Confieso que nunca me ha preocupado tener estilo.

Incluso, no sé de qué se trata cuando me hablan

de tener estilo. Para mí que lo tengo y consiste

en no tener estilo alguno. En no haberme ocupado

jamás de labrarlo. Y es que soy poco dado a recordar

lo que aún no me ha sucedido. No he sabido hacer

de la memoria un trasto viejo donde ir arrojando

todo lo que me convenía hacer

para no llegar a tener estilo.

LA LIBERTAD

La evasión del pájaro no presupone

la existencia de la jaula

ni la llave se asocia a la cerradura

por el hecho de que la puerta esté cerrada.

Tampoco el pájaro requiere que se mencione la jaula para que piense en su fuga por el hecho

de que está dentro de ella.

basta sólo que esté ausente

y vuele lejos a sus anchas

ocupando el sitio

en el cual para estar presente

necesita sólo haberse escapado.

EL PASO AJENO

Marca el paso —me gritaban en el patio de la escuela— pero el paso que debía yo marcar no era el mío, sino el de la fila. Desde pequeño me enseñaron a no tener paso propio.

De allí en adelante nada estuvo derecho para mí.

Ni siquiera yo mismo. Tanto más consciente

de la fuga del tiempo, cuanta más conciencia llegué yo a tener de que el paso que me enseñaron no era el mío. ahora estamos aquí, formando fila en este patio trasero del mundo, esperando la orden de marchar al matadero, fusil en mano.

PERFORMANCE

       El solo hecho de estar en la    

         vanguardia es 

         prueba de que el artista se ha    

         quedado solo.

Argumentos para considerarse artista

no le faltan pues basta con que se lo crea él mismo para tener, según M. Duchamp, derecho a serlo, con razón o sin ella. Y esto sí que tiene peso: traten de convencerlo de que lo que hace

no es arte, y os dirá:

Las condiciones las pongo yo. Yo soy el artista. ¡yo decido! espero que no tenga necesidad de emplear la fuerza. Y en el centro de la sala desenfunda un arma blanca.

EL DESORDEN ÍNTIMAMENTE NECESARIO

Hay en mí un estado de cosas que propicia el desorden: llámese caos, guerra civil, violencia giratoria. Lo cierto es que busco en vano darle un nombre para atribuir su razón de ser a una causa extraña a mi persona.

Ya sé que el impulso inhóspito de este desorden no podría ser explicado por el sentimiento más o menos catastrófico que en su interior pueda encerrar un vocablo cuyo significado corresponda al estado que trato de describir.

Y ante la dificultad de encontrarlo agarro un arma.

LA PIEL DE LAS COSAS

Ser psicológica y físicamente dueño de uno mismo excluye el más allá, y suprime todo problema metafísico. Podría uno eximirse de todas las cosas del mundo, pero de lo que es de uno por nada dejamos de ser propietarios de sí, ésta sea la última forma de posesión.  Con su vida y su obra tal vez el poeta no hace otra cosa que ensayar una teoría del universo. una teoría como ésta: el poeta es sólo artista en virtud de su vida interior. Con esta restricción, siempre y cuando él no se crea que este privilegio se lo otorgan los dioses.

NO ES NIEBLA TODO LO QUE OSCURECE

Quiero saber si es niebla lo que me impide dar un nuevo paso para empuñar la orquídea o el cuchillo. quiero saber si es niebla el temblor del tiempo que hociquea el vidrio de mi ventana al asomarme cada mañana por ella. Quiero saber si soy una mala versión de la niebla o los ojos bien abiertos que la mantienen a raya para no confundir, quitándome el aliento, vida y muerte.

VAIVÉN

Si he sido memorioso alguna vez, ya no lo recuerdo.

Si alguna vez he hablado, no hará falta perdonar al silencio por haber exonerado a la palabra de la calamidad de explicarme.

¿Y si me he explicado cómo es que luego olvidé el código? Si he sido parco, ¿cómo es que no paro de hablar? Si en la máscara me refugio, ¿cómo es que no me escuda de tanta realidad alzada en armas? Y en cuanto a la elocuencia, ah la elocuencia, pobre sierva necesitada de silla de ruedas.

LA MISIÓN

El poeta llega a cumplir una misión solo cuando comprende

que valía lo mismo no tener misión alguna, pues en verdad

nunca la tuvo y vean: la cumplió de todos modos ¡pero

a qué precio! Su utilidad no pasó de las palabras, las mismas

que mejor nos garantizan que no hay razón alguna para dejar

de creer que el universo que no  goza de nuestra

autorización para sobrevivirnos.

LA NOCHE DE LA ESCRITURA

En la noche que se escuche el alarido en lo que se escribe

y no el resuello o la respiración del que lo escribe. Escribir

machacando las palabras, dando golpes sobre la costura

de lo escrito. Y que sea el puño y no el lápiz lo que transmita

la pulsión de esa tinta parpadeante desde donde, a la luz

de la lámpara, se ve correr un hilillo de sangre.

ASÍ ESTA SEA BELLA

abundan también los que estiman que la realidad es un

 pretexto para exonerar a la poesía de lo que hay de malo

en ella. Y se dedican a considerar que la poesía es un

 subproducto inferior a la realidad. Y argumentan:

la poesía es verdad sólo en cuanto a lo que ella dice de sí

misma.  No en cuanto a lo que dice de la realidad,

así esta sea bella.

Juan Calzadilla

Textos para un 16 de mayo

Libro de las poéticas, Juan Calzadilla
Mezclote y otros poemas
Publicado en Juan Calzadilla y su armario de palabras (cumpleaños 90), Libros de poesía.

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