Él me ayuda con mi juventud, yo con su lozana vejez».
Así he definido a lo largo de estos años mi amistad con Juan Calzadilla.
Nos conocimos en 2009 y desde ese momento no hay un día en el que no nos comuniquemos. Se ha hecho casa dentro de mí. Un amigo, un mentor, un maestro, un abuelo adoptivo. Aprendí con él la escritura automática, olvidarme de la página en blanco y divertirme con cada línea forjada.
Entre café y café escribimos Pórtico para un eclipse, poema teatral a cuatro manos llevado a escena en 2011 en el Festival de Teatro de Caracas por un grupo de actores maravillosos. Escribimos luego La sagrada cena según Pablo de Rokha, aún inédita, obra de teatro basada en la lectura de los textos del poeta chileno Pablo De Rokha.
Él me ayuda con mi vejez, yo con su lozana juventud. Por lo general intercambiamos roles. Su energía es imparable. Ni bien ha publicado un libro cuando ya está escribiendo otro, así con los proyectos. Recuerdo cuando viajamos a Medellín tras recibir Juan el Premio León de Greiff al mérito literario en 2016. Aproveché para organizarle una breve gira por Bogotá. De regreso a Caracas, ni nos habíamos bajado del avión cuando él ya estaba planificando la semana, el mes, el año entero. Y así con todo.
Si de algo se ha responsabilizado Juan es de su obra. No solo de crearla, sino de abrirle camino dentro de su propio espiral estético, crear puentes para que los elementos dialoguen entre sí y se borren y rehagan en un contínuum. Él se aparta y le da paso al poema para que tome curso. Las antologías como forma de reinvención permanente.
Desde 2017 coordino la página web www.juancalzadilla.com bajo su dirección. Sorprende lo polifacético y abundante de su quehacer y lo producido sobre la obra de otros. La cantidad de documentos valiosos que pone al servicio público.
A Juan le agradezco su presencia en mi vida. Su compañía, consejos, escucha, advertencias y cuestionamientos. El que continúe con nosotros mostrándonos el camino.
Beira Lisboa
#Los90deCalzadilla