Conocí a Juan personalmente en 2009. Era el poeta homenajeado del Festival Mundial de Poesía. Yo era guía del festival, acompañaba a Víctor Rodríguez Núñez, quien lo tradujo al inglés y apasionado leía sus poemas en las rutas y las largas esperas típicas de las jornadas de un festival. Gracias a Víctor quedé prendada de la voz crítica y poética de Juan hasta hoy, porque su obra apunta al lugar en donde vive la lengua. Y la mirada del traductor me hacía detenerme justo a ese rincón oculto de su poesía, que es la cultura y la sociedad en la que vive el lenguaje de Juan Calzadilla.
Al término del festival nos volvimos a encontrar en las oficinas de Cultura, seguía los proyectos editoriales in situ, así que todas semanas lo veía avanzar por el pasillo de la editorial para reunirse con Coral Pérez, siempre dispuesta a seguirle la marcha al Juan editor. Sus visitas a la editorial se extendían durante toda la mañana porque tenía oídos y voz para todo aquél que se atreviera a contarle una idea, a mostrarle un poema o un cuento. Juan nos escuchaba atento y sin sordera.
El maestro Juan Calzadilla se hizo integral en mi cotidianidad, puesto que nuestra amistad avanzó sin darme cuenta. Nos encontramos más a menudo por mensajes de textos, llamadas telefónicas, con un café en mano para soñar con proyectos editoriales y luego verlos materializados. Me presentó a sus aliadas y aliados de las letras tanto en la capital caraqueña como fuera de ella. El movimiento y la multiplicidad son el argumento de su obra, no solo de los lenguajes sino también de las personas y las cosas. Estos noventa soles llegan para dar luz al marco de su vida, para que él pueda escapar y ser parte de todos los que hoy día somos él, tanto como él es parte de nosotros.
A continuación un poema automático que armé durante algunos de los talleres de poesía que hice con Juan:
Las antenas de los sueños esperan par de patas
para echarse a volar
La odisea es el camino
entre soles templados
por los hielos de los ojos agudos,
nobleza punzante de espinas en nubes de mar
sin cambiar la seña
gente-pantalla se mueve
En la concordia de la luna
en los pasos de cabras humeantes
Consiste en ver el horizonte
Desde el ensueño
¿Quién despierta ojos cerrados
en el ayer cotidiano de pasos citadinos?
¿Quién sentará a los cielos en la censura?
¿Quién hablará por nosotros cuando no estemos para cantar?
Xoralys Alva
#Los90deCalzadilla