Alfredo Campos: “Alexis Mujica confrontaba el absurdo para demostrar su desacuerdo con lo real». Entrevista a Juan Calzadilla

Alexis Mujica, cuya muerte sorpresiva, ocurrida el 24 de julio pasado, dejó inconclusa la trayectoria de uno de nuestros escultores emblemáticos, aunque también dejó cumplida una obra que por sus dimensiones y el desconocimiento que de ella entre nosotros mismos se tiene, ameritaba de unas reflexiones como las que entrega aquí Juan Calzadilla, un estudioso de la escultura venezolana.

 

Alfredo Campos: “Alexis Mujica confrontaba el absurdo para demostrar su desacuerdo con lo real”

 

La siguiente entrevista fue hecha durante una permanencia en Valencia del poeta y ensayista Juan Calzadilla. Nos interesaba su opinión sobre la obra de Alexis Mujica, cuya muerte sorpresiva, ocurrida el 24 de julio pasado, dejó inconclusa la trayectoria de uno de nuestros escultores emblemáticos, aunque también dejó cumplida una obra que por sus dimensiones y el desconocimiento que de ella entre nosotros mismos se tiene, ameritaba de unas reflexiones como las que entrega aquí  un estudioso de la escultura venezolana.

 

A.C. -He oído a una persona que criticaba a Alexis Mujíca aducir que su obra es académica, pasada de moda. ¿Era porque él se interesaba más por la reproducción del modelo humano  que por alinearse con las modas o con lo que estaba al día? ¿Era un artista desactualizado? ¿Qué hay de cierto en eso?

 

J.C. -Alexis pasó por la Escuela de Artes Plásticas en una época en la que todavía se divulgaba el canon clásico de la escultura, es decir la reproducción o modelado en arcilla de la figura humana, de los objetos observados del natural y su conclusión  en la operación de fundido en bronce de las piezas, lo cual  también se consideraba en la carrera escultórica  como parte de la formación que recibía el alumno en la Escuela. Allí debió aprender Mujica los principios académicos, aplicándose al modelado para obtener luego moldes y vaciarlos en yeso, todo un oficio técnico. Pero aparte de esto, creo que fue a través de un precoz autodidactismo, auxiliado por sus grandes facultades, que Alexis adquirió una completa formación escultórica. No fue sin embargo un escultor académico, por el estilo de los que salen de la escuela con oficio para esculpir esos torpes mamotretos que llenan  nuestras plazas. Tampoco es un escultor  realista en un sentido puro, como muchos quisieran que fuera. Pero por otra parte, sus retratos son muy expresivos, lo que lo justificaría como escultor en la tradición impresionista de Rodín si lo hubiere querido.  Creo que él vio en su  oficio un medio para sobrepasar los límites de la escultura,  imprimiéndoles a sus personajes cargas simbólicas y signos  contextualizados que desvirtuaban el parecido para  originar, en la escultura misma,   situaciones absurdas, de matriz surrealista. Estigmatizaba la figura humana grabando tatuajes y objetos en su piel, con una obsesión, digámoslo así, sádica. El objetivo era la automación de los cuerpos, la representación de individuos anónimos afectados por la perplejidad o el sobresalto, paralizados en su metamorfosis, a punto de convertirse en autómatas, tal como lo quiere de nosotros el pensamiento único.

A.C. -Esa simbología adosada  no está simplemente adherida o pegada al cuerpo de la escultura, sino que a menudo forma parte de ella, como si a las figuras le nacieran órganos mecánicos, que están allí para significar, como en un collage  bestial, donde las partes y el todo se funden sin saber nosotros con qué propósito.

J.C. -Yo diría que más bien como un  ensamblaje cuya lectura la dificulta el hecho de estar  seguros de que no responden a un plan premeditado, según una organización racional calculada. Lo que Alexis buscaba, me parece a mí,  era alterar la percepción del hecho realista, desmotivar en el espectador su creencia de que todo ese montaje que hacía con los cuerpo era una ficción.  Buscaba demostrar con esa técnica perfeccionista su desacuerdo con la realidad, cuestionar la tradición en que él mismo se fundaba para su trabajo escultórico, confrontar el absurdo por una vía inconsciente, y en eso era surrealista.

A.C. -De acuerdo con esto, resultaría demasiado forzado intentar una definición de su obra, en términos que se pueda llegar a decir:“era un fotorrealista, un naturalista de la perplejidad, un surrealista a su modo”, etc.

J.C. -La cosa se complica porque Alexis no se desempeñó en un solo frente o estilo, ni se preocupó por definirse como vanguardista ni tradicionalista. En algunos casos sorprende por su tecnicismo mimético y ejecuta formas copiadas de lo real con intención fotorrealista: Aves y animales como el águila, el perro, el cocodrilo casi hacen creer que son reales o por lo menos cuerpos disecados. Le vi hacer retratos de fuerte acento rodiniano, de un expresionismo táctil conseguido con zarpazos de materia (retrato de J. M. Beotegui), o valorizaba los moldes haciendo objetos escultóricos con ellos;  en otra escultura suya hay un brazo fornido, como de gladiador, que se sostiene sobre un hacha cuyo filo no termina de asestar el golpe;  en otros casos desarrollaba la obra como una instalación, evidentemente con un oscuro propósito conceptual, como  se aprecia en un ensamblaje propiedad de los esposos Calamari. Aquí descubrimos que hay un perro tensado por una cuerda que lo mantiene amarrado a un panel compuesto de varias ventanas  simétrica y horizontalmente colocadas para ver  por ellas  un paisaje opaco, neutro. Entonces no puedes definirlo de esta o aquella manera como cuando dices: “es un pintor cubista, es un cinético, es un figurativo”. No.

A.C. -Quizás porque, pensando así, se subestimaría lo que de aporte e innovación hay en su obra, más allá de que lo tilden de formalista.

J.C. -Todo esto está por aclararse y no podrá llegarse a un juicio conclusivo hasta que pueda hacerse una lectura completa de su obra, a un juicio que permita entenderla en su totalidad, en sus ideas, contenidos y partes. Lo  que puede adelantarse de esa mirada por hacer es que Alexis, como muchos artistas de gran talento, atravesó por varias etapas, desde el realismo simbólico de sus primeras obras, tan obedientes a la simulación perfecta de los cuerpos congelados en un momento estatuario, hasta el expresionismo de los últimos años. Y esto no puede desligarse de lo que me parece más importante decir: Alexis había entrado, poco a poco, en su última obra, a una fase compulsiva y gestualista en la cual la función expresiva del lenguaje (aplicada a no importa qué material) domina sobre el modelado y vaciado perfeccionista de su obra anterior. Ahora fractura, fracciona y arroja materia cromática a los fragmentos de una obra figurativa organizados sobre un soporte plano o en forma de relieve.   Pude ver imágenes de estos trabajos fotografiados en su taller y los cuales, cuestión aparte de ser muy autobiográficos, eran excelentes.

A.C. -Algunas personas piensan que la forma en que acabó su vida puede interpretarse como una especie de suicidio. ¿Qué cosa -pregunto yo- hizo falta para librarlo de las garras del alcoholismo y para que, curándose, pudiera sobrevivir a su vida atormentada y consagrarse  así a la obra que estaba llamado a hacer, como un artista original?

J.C.Estoy de acuerdo con los que piensan que Alexis Mujica era un artista atormentado, portador de una anomalía psíquica que se agudizó con el tiempo y al que sólo los psiquiatras están en el deber de explicar bien. Haría falta un estudio como los de Moisés Feldman. En todo caso, el mal está hecho por la sociedad misma donde el artista vivió, y para la cual, cuestionándola, realizó su obra (una obra que por cierto, hasta donde sé, nadie conoció en su prolija totalidad). Faltó en la vida de Mujica alguien que entendiera su problemática en sus dos aspectos: la personalidad disociada, lo cual  se resolvía devolviéndole la salud, y el proyecto de su obra, que se hubiera resuelto con ayuda conceptual, estímulo creativo y conocimiento y promoción de su trabajo. Ambas facetas hubieran tenido que tratarse de modo integral, conjuntamente, pero eso no sucedió. El artista poseído por su demonio creativo se ha quedado solo, incomprendido, sin asistencia, igual a como le ha ocurrido a muchos poetas y pintores de genio atormentado, como Dávila Andrade, Casasola,  Marta Kornblith, Miyó Vestrini, Felisberto Cuevas, todos suicidados. En el caso de Alexis nadie parece haberse interesado en ayudarlo en lo que hubiera podido resultar su tabla de salvación: El proyecto de una escuela de fundición, dirigida por él, y para la cual ya había hecho planes de establecerla en la población  de El Cambur. Puesto que significaba riesgo económico y tiempo,  ni el Estado ni la institución privada estuvieron motivados  para acompañarlo en un proyecto que  hubiera podido traducirse en beneficio educativo para la región.

A.C. -En la perspectiva del arte moderno en Venezuela ¿dónde colocaríamos a Alexis Mujica? ¿No sería más apropiado adscribirlo a la evolución de la escultura realista que procede de Andrés Pérez Mujica que a la generación de los año setenta, donde me parece que tiene poco que hacer? Esta clasificación podría también ser válida para otros escultores de piso figurativo como Cornelis Zitman y De la Fuente.

J.C. -El anclaje en el valenciano Pérez Mujica como adelantado de una tendencia naturalista de signo moderno, me parece acertado. Aunque no dejó escuela y murió relativamente joven, Pérez Mujica fue el primero de nuestros escultores en recibir influencia de Rodín y el primero en concebir la función estética y no la meramente ornamental en la escultura venezolana, en el sentido de que la obra es expresiva de sí misma y no del asunto que representa. Esto nos permite situar Alexis en la tradición de Pérez Mujica; ambos eran consumados retratistas; Este último, empleando un lenguaje realista, Alexis interesado en situaciones simbólicas límites con el hombre como protagonista, y más allá de lo que el personaje representa o dice.  Él era un escultor metafísico, y como tal  hay que estudiarlo.

“Arte y poesía sobrevivieron a lo peor del siglo XX y así seguirá ocurriendo”
Carlos Etcxba sobre Juan Calzadilla
Publicado en Entrevistas y reportajes.

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