UN NUEVO PROTAGONISTA, EL POETA
EN ROL DE ACTOR, POR BEIRA LISBOA
Entrevista a Juan Calzadilla
Caracas, 2012
B.L. Has hablado del poeta en rol teatral. ¿Es bueno o malo para la
poesía?
J.C. Es cierto. La cuestión es que los festivales de poesía, teniendo
como eje la oralidad, erigen a un nuevo protagonista, como es el poeta en rol
teatral, lo cual hace que se desvíe la función misma de la poesía hacia un fin
puramente recreativo y protagónico, narcisista o de mera formalidad solidaria,
grupal o amistosa, cuando deberían ser más abiertos, de manera que se tome
más en cuenta la opinión o la intervención del colectivo público o poético. Ya
que por lo general los eventos son programados desde una oficina burocrática.
Estos eventos deberían montarse sobre una plataforma más participativa y
crítica si queremos ganar lectores y por supuesto sin que tales eventos dejen
de ser selectivos en materia de calidad literaria y de lo que se proponga con
ellos. ¿Oír a los poetas en cuanto se hacen oyentes de nosotros, del público, u
oírlos a través de quienes, oyéndolos, se prestan como fiel rebaño a tratar
inútilmente de entender sus mensajes? He allí la alternativa.
¿En cuál de tus facetas se siente usted más cómodo: la lírica, la conceptual,
la experimental?
Las dicotomías son odiosas, tanto como los compartimientos. Yo
preferiría que (después de muerto) se dijera de mí todo eso junto, si es que se
puede decir algo a mi favor, quiero decir en cuanto a que intento sintetizar el
sentido, la forma y la grafía en el texto poético, evitando caer en fórmulas y
repeticiones. La poesía en sí misma consiste en un experimento objetivo cuya
materia es el lenguaje sustraído del idioma convencional, desautomatizado, no
para servir de mediador entre las palabras y el mensaje, sino para encontrar en
el lenguaje mismo significaciones profundas que aluden al ser de las cosas y
del hombre, más allá de una simple estratificación de mensajes recibidos a
través la lectura.
¿Hay alguna conclusión de tu parte que pueda llevarnos a hablar de
progreso en poesía?
Ninguna. La poesía como el arte, no progresa. Consiste en lo que
es ella en el momento de hacerla. A menos que se considere como progreso
la voluntad de experimentar con el lenguaje, la búsqueda de nuevas formas
verbales, un mayor avance hacia las comunicaciones y una búsqueda de mayor
integración de los géneros hacia esa interdisciplinariedad de que tanto se habla
actualmente, y que parecería, para muchos, un camino lógico pero muy largo.
Hay quienes piensan que la poesía venezolana ha llegado a su apogeo y
que, incluso, posee uno de los movimientos más fuertes de toda Latinoamérica.
Algo de eso se repite, al respecto. Pero lo deberían decir los
extranjeros y no nosotros. Aunque de afuera también hay quienes lo dicen,
quizás por condescendencia. Yo no me atrevería a opinar pues todos sabemos
que no tenemos un conocimiento amplio y ni siquiera mediano de lo que se
hace en los países vecinos en materia de poesía como para poder establecer
machaconamente mediciones que de todos modos no vienen al caso. Son los
críticos los más llamados a verificar estas comprobaciones aleatorias.
¿Pero la crítica de poesía está ahora del lado de los poetas? Es decir, ¿está
hecha por poetas?
Eso se sabe, es así. Y es por eso que surgieron, al calor de la
oralidad, es decir, del poeta como lector y actor del poema, todos esos
encuentros y eventos de poesía. La crítica universitaria y académica, salvo
excepciones ha muerto, y ya sabemos que sólo se apasiona por la narrativa y el
ensayo, porque no tiene interés en procurarse un instrumental para analizar la
poesía por considerarla un género inferior, en todo caso minoritario,
disminuido y excluido del gran Mercado editorial.
¿Qué le aconsejarías a los nuevos poetas?
No infatuarse creyéndose el cuento de que son tales. Y el regreso a
la tribu, a las trincheras, a las agrupaciones combativas, contestatarias y
autogestoras, de los años 60. Esto es admisible y posible en la realidad actual,
y están dadas las condiciones dentro de los parámetros cooperativistas y
solidarios del antiglobalismo de hoy día. El enemigo de la poesía continúa
siendo el sistema, considerando el sistema como todo lo que atenta contra el
hombre. Tienen que organizarse para que se oiga su voz, para salir del
abatimiento en que nos sumergimos las generaciones pasadas, en una guerra
sin cuartel contra la indiferencia y la exclusión de los poetas de la sociedad
civil y del poder central, peleando contra nosotros mismos, tal como viene
sucediendo (y esto en algunas circunstancias pareciera bueno: a juzgar por lo
que Whitman pensaba de los críticos de su obra: “Usted no quiere una poesía
que lo cuestione, que ponga en duda sus opiniones, que lo saque de casillas,
que pelee con usted. Usted lo que quiere es un libro de los buenos poetas”.